
Ahí está, la terca y faraónica costumbre de llevar la contraria en el caso de las Pirámides de la Oriental. La gente prefiere hacerse atropellar de un carro, prefiere exponerse a una caída que a desplazarse hasta la esquina para realizar el cruce permitido.
El caso es que ni terminadas me gustan estas pirámides. Pero como paisa es paisa, voy a montar un negocio de fotografía allá, en plenas pirámides. La idea es comprarme un caballito de mentiras pero que parecen de verdad y me voy con la cámara y comienzo a pregonar:
"Tómese la foto con las pirámides, lleve su recuerdo de las pirámides" Así, con voz gutural, como fotógrafo de Parque de Bolívar. Me apropiaré de esa plaza y crearé franquicias al que quiera ir a trabajar a las Pirámides, y el municipio me pondrá problema y me cobrará impuestos. Y yo le venderé al Museo de Antioquia, postales con las vistas de las Pirámides y seré famoso y triunfaré y no demolerán este elefante blanco que simboliza las flores de Medellín. Y bien enmpolvadas que mantienen esas "flores"
Comentan y tienen razón...
Mauricio Duque Arrubla dijo...
Claro que la Faraona de la foto fue muy juiciosa y cruzó por el paso peatonal demarcado en la calzada...
Jorge dijo...
Hombre, pero si es totalmente incoherente el asunto. Lo primero que noté fue la cebra medio despintada. Asumo que la doña se guió por eso.
Qué estará mal¿? la señora¿?, la cebra¿?, las pirámides¿? el sentido común de los encargados de la movilidad¿? Me queda la duda.